jueves, 3 de marzo de 2016

El Inframundo de lo Humano



La violencia

¿Por qué el hombre es violento o cómo surge la violencia en él?

La sociedad desde cada una de sus células desarrolla mecanismos tales que consciente o inconscientemente crea individuos carentes de un sentido profundo de responsabilidad social, de tal manera que el sujeto se transforma en un ser desprovisto de las herramientas propicias o necesarias para evitar dañar a sus semejantes. El hombre elige, por la libertad que posee, realizar acciones contrarias a su naturaleza, al ignorar las reglas morales que rigen a la sociedad, lo que trae como consecuencia el advenimiento de la degradación del individuo perpetrador de dichos actos contrarios a la naturaleza humana.

Víctor Frankenstein pretendía burlar a la muerte al crear a un ser humano por medio de partes de cadáveres que extraía de los osarios y tumbas; ahora bien, la sociedad pretende burlar a la vida creando seres humanos a partir de conceptos muertos como el egoísmo, la intransigencia, el dolor, el desprecio y el odio. 

El odio

El odio es un sentimiento de profunda antipatía, disgusto, aversión, enemistad o repulsión hacia una persona, cosa, o fenómeno, así como el deseo de evitar, limitar o destruir a su objetivo. El odio se puede basar en el miedo a su objetivo, ya sea justificado o no, o más allá de las consecuencias negativas de relacionarse con él odio étnico, odio inter-étnico, odio “racial”, o tensión étnica se refiere a sensaciones negativas, prejuicios, desprecio, y hostilidad hacia un grupo étnico. El odio racial o étnico ha sido explotado a menudo e incluso aprovisionado de “combustible” por algunos líderes políticos para intentar “consolidar” su nación o convencer al electorado llamando a una lucha conjunta contra un enemigo verdadero o imaginario común. Un crimen de odio es un delito dirigido contra una persona o un grupo de personas a causa de los prejuicios o del odio del autor hacia la raza, el origen étnico (odio étnico), la religión (odio religioso), la orientación sexual u otra característica de la persona o del grupo. En un crimen de odio, la víctima es intencionalmente seleccionada a causa de una característica específica. 

El odio no es justificable desde el punto de vista racional porque atenta contra la posibilidad de diálogo y construcción común. Es posible que odian sientan cierta aversión hacia personas u organizaciones ajenas a su grupo racial, incluso a ciertas tendencias ideológicas como el capitalismo o el socialismo. El odio ya sea religioso o étnico, envilece al hombre convirtiéndolo en la peor de las criaturas, pues esa emoción lo envenena por dentro, causándole al que lo siente, enfermedades físicas, distorsionando su realidad, en su afán de dañar a otra persona, el “odioso” solo se daña a sí mismo.

La importancia de la Ética

Albert Camus se refiere en la siguiente frase: “Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este mundo”, es decir, un hombre sin una noción consiente de las reglas de comportamiento adecuadas para personas civilizadas habitantes en una sociedad, se reduciría a la animalidad, al instinto, dejando de lado el raciocinio, la inteligencia, la conciencia y la voluntad, que forman parte de las características esenciales del ser humano. Por lo tanto, un hombre sin ética no es más que una bestia, sin emociones, ni sentido de los valores cuya única razón para vivir es satisfacer sus instintos irracionales, es un ser que no está atado a las reglas de una sociedad, sin ley que lo castigue, sin amo ni Dios; se comporta peor que como animal, como una bestia sin razón, inteligencia ni emociones, un ser que asesina para satisfacer su instinto homicida producido por “heridas” emocionales que nunca sanaron.

El Monstruo-Humano

Ciertas tendencias hedonistas forman parte del perfil en el que encuadran la mayoría de los asesinos seriales. El propósito de estos sujetos es satisfacer los más obscuros y perversos impulsos de sangre y deseo carnal (sexual), estos son parte de los motivadores que incitan a estos individuos a cometer los más aterradores actos de depravación humana, sin importar el sufrimiento ajeno, ya que los otros seres humanos no son vistos como tales, sino más bien como objetos a través de los cuales satisfacer el placer (enfermizo) que poseen.


Ni en las más aterradoras pesadillas se podría imaginar lo que estos seres, cuya apariencia a veces apacible, amable, tierna, e inofensiva, pueden llegar a cometer. Muchos de ellos declararon al ser arrestados, en los juicios o en los interrogatorios que el motivo principal que los motivó a realizar aquellos actos atroces fue simplemente el placer, el disfrute que les provocaba el sufrimiento ajeno, e incluso Ed. Gein que inspiró a los cineastas de Hollywood a crear la exitosa pero espantosa película “Masacre en Texas”, o la novela Psicosis, afirmó tan solo recordar dos asesinatos previos a su arresto, y se disgustó cuando lo implicaron en el robo de una caja registradora ya que solo quería saber cómo funcionaba. Evidentemente estos actos criminales no se justifican, sin embargo, la influencia de los padres, maestros, compañeros de clase y sociedad, influyen para construir a ese monstruo en el que se convertirá el individuo, que por distintas razones, distorsiona su perspectiva del mundo, de sí mismo y los demás seres humanos.

A lo largo de nuestra historia como raza predominante en el Planeta Tierra, se ha abordado de muchas maneras los motivos que adopta el hombre para cometer las peores atrocidades; Ed. Gein, Ted Bundy o Albert Fish, son algunos de los ejemplos más claros de degradación humana, sin embargo, esto no aplica solo a personajes como estos, sino también a todos los hombres, pues, el fomento a la violencia que los padres de familia transmiten a sus hijos a través de actividades como las corridas de toros, las peleas de perros, de gallos, de caballos o cualquier otro “espectáculo” violento que festeje el maltrato a los animales o la falta de respeto hacia ellos (los animales), detonará en la joven mente de los niños y adolescentes, el desprecio por la vida (humana o animal), provocando en ellos una distorsionada visión de la diversión, creando a futuro ciudadanos indolentes, incapaces de mostrar arrepentimiento, ni sentido de la responsabilidad por sus actos, por lo que contemplarán la violencia como algo normal.

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