La desolación es engendrada por la depresión, la cual lleva al que la posee a un estado de desesperación profunda, angustia, pensamientos suicidas entre otros síntomas. Esto no afecta al poseedor exclusivamente, sino de igual manera a la familia que está alrededor del individuo en cuestión. Cabe mencionar que en este estado, grandes poetas han escrito sus mejores obras, como Edgar Allan Poe, Rubén Darío, Safo, Gustavo Adolfo Bécquer, entre muchos otros, sin embargo, es un peso que en hombros de una persona común, es más un lastre que un motivo de inspiración para crear una obra maestra. Aquellos que poseen esta terrible enfermedad, se aíslan como un reflejo inconsciente de su padecimiento. Para ellos cada día es un tormento, levantarse de la cama cuesta más trabajo de lo normal, sus piernas pesan como si cargaran una enorme piedra de molino.
Pero en un intento vano por sobreponerse a esa existencia sin sentido, deciden esforzarse, pero no es suficiente, nunca es suficiente, las fuerzas los abandonan como lo hicieron sus ilusiones y esperanzas, dejándolos en completo abandono. Convencidos de que todo es una pesadilla, acostados en sus camas, cierran los ojos esperando que al abrirlos, los demonios que los atormentan se hayan ido, pero no es así, ahí están, día y noche torturándolos, flagelándolos, en una agonía sin final, hasta que el deseo de libertad se apodera de ellos, y en un acto de temeridad y cobardía se abandonan en los brazos de la muerte esperando con esto que su pesadilla termine y la dama de negro los consuele en sus fríos brazos.
No quedan más que despojos, solo eso, inútiles e intrascendentes, de un ser desvalido y pusilánime, que fue poseído por un demonio capaz de consumir su vida hasta el último aliento llevándolo al valle de las sombras para no volver jamás. Amigo prisionero, hoy te digo que hay esperanza, no permitas que las llamas de ese infierno llamado desolación te consuman, libérate de esas cadenas que te apresan, yo lo hice, es por eso que estoy aquí hablándote, he renacido de mis cenizas como lo hace el ave fénix, más fuerte que nunca. Ahora es tu turno, libra tu batalla, vence a tus demonios, se libre, para vivir y ser feliz.
Desde mi experiencia personal puedo decir que la depresión es una enfermedad psíquica que tiene sus orígenes en la química del cuerpo, la cual afecta la vida del ser humano, aislándolo de la sociedad, de su familia y de sus amigos, lo que en casos extremos es motivo de ruptura de relaciones amorosas, familiares, despidos y si no es tratada a tiempo lleva al suicidio. Todo comienza cuando te invade la depresión, por motivos emocionales o por la suspensión repentina de un medicamento. La depresión origina angustia, pánico, tristeza, ira, y finalmente desolación que es un estado de abandono total, que merma la voluntad del afectado. Para él la vida carece de sentido, nadie lo ama, está totalmente solo en este mundo al cual ha venido solo a sufrir, su panorama es gris y las esperanzas desaparecieron. La depresión no solo destruye al enfermo sino también a su familia, pues las consecuencias de dicha enfermedad son como una onda expansiva que afecta a todos los que rodean al sujeto. Inconscientemente canalicé mi desolación a través de la poesía y así disminuí los efectos devastadores de este estado, sin embargo, no todos tienen esa oportunidad, pues la desolación los consume hasta llevarlos a la tumba.
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